En el tranquilo laboratorio de fotografía de la universidad, donde la luz tenue iluminaba las mesas llenas de cámaras y equipos, se desarrolló una historia única de pasión entre un compañero y yo. Aquel lugar solía ser testigo de proyectos y revelados, pero esa tarde, se convirtió en el escenario de una conexión especial.
Era tarde, la mayoría de mis compañeros ya se habían retirado, dejando el laboratorio en silencio, solo interrumpido por el suave zumbido de los ventiladores de las ampliadoras. XXXXX y yo compartíamos la misma pasión por la fotografía, y a menudo nos encontrábamos en los pasillos de la universidad hasta altas horas de la noche para perfeccionar nuestras habilidades.
Él estaba 2 o 3 semestres más adelante en la carrera de fotografía, pero al ser tan pocos estudiantes en la facultad nos conocíamos de antes, y habíamos cruzado dos o tres palabras en los corredores. Esa tarde, y después de que un profesor les hubiera comentado en su clase lo sorprendido que estaba con mis avances en procesos alternativos (cianotipia, papel salado) XXXXX se me acerco y me pidió le explicara como podía mejorar su técnica.
Sin ninguna sospecha accedí a hacer unos ejercicios con él, explicándole que necesitábamos el cuarto oscuro. Él sonrió y me respondió con una sonrisa pícara (que no alcance a relacionar hasta después del suceso) que ya que yo tenía reservado para esa tarde el cuarto oscuro podíamos aprovechar.
En medio de ajustes de lentes, ampliadoras y químicos, y la ausencia total de luz la conversación fluyo fácilmente entre los dos. Compartimos risas y anécdotas, descubriendo que teníamos más en común de lo que imaginábamos. A medida que la conexión crecía, la chispa del interés mutuo encendía una llama especial.
En un momento los dos nos quedamos en silencio…solo se escuchaba el murmullo de las respiraciones, mientras revisaba a ciegas algunas plantillas en una mesa llena de fotografías, la atmósfera cambió. La complicidad se tornó en deseo, y el suave sonido de nuestras respiraciones se desvaneció para dar paso a un silencio compartido. El corazón latía más rápido, y las risas se convirtieron en susurros cómplices.
La sala estaba en completa oscuridad proporcionando el escenario perfecto. En medio de la penumbra XXXXX se acercó hacia mi dejándome sentir su aliento cálido a pocos centímetros de mi boca… a tientas y sin ver qué pasaba al frente del otro dirigió sus manos a mi pantalón… para este momento mi erección era monumental, y cuando él puso sus manos sobre mi sentí como su respiración se tornó inquieta.
Despacio se puso de rodillas y comenzó a besarme la verga dura sobre el pantalón… por un momento y debido a la excitación perdí el equilibrio con la suerte de que estaba justo a pocos centímetros de la pared. XXXXX con habilidad desabrocho el botón de mi pantalón y bajo cuidadosamente el cierre, la verga me palpitaba dentro de la ropa interior… no pude verlo pero imagine como su boca se llena de saliva deseoso de tragarse mi verga entera… la saco con cuidado y la empezó a chupar… primero suave y despacio, delicado… dando pequeños giros con la lengua sobre mi glande húmedo e hinchado saboreando el dulce que emergía de mi interior… luego más enérgico, con un ritmo torpe para terminar haciéndome una oral profundo, dejándome a mi llevar el ritmo y penetrándole por la boca hasta sentir como mi verga se posaba en su garganta.
Los jadeos, se convirtieron en gemidos… mis muslos y mis piernas estaban húmedos debido a la cantidad de saliva que se derramaba a cada envestida… el sudor me corría por la frente y por la espalda proporcionándome una sensación de calor y frio al mismo tiempo.
No sé si pasaron 5 minutos, 10 o 30… el caso es que en este ir venir de envestidas y arcadas termine explotando en la boca de XXXXX… el silencio del cuarto oscuro se rompió con un gemido de satisfacción… mientras mi semen brotaba a chorros XXXXX inclino su cabeza y dejo deslizar toda mi verga dentro de su boca… no lo podía ver pero los sonidos de satisfacción que hizo mientras sentía como mi glande palpitaba en su boca extendieron mi orgasmo hasta producirme algo de mareo.
Respire profundamente para recobrar el aliento, y sentí como XXXXX comenzó a levantarse en medio de la oscuridad, torpemente puso sus dedos sobre mis labios para no acercarse a ciegas y cuando estuvo a pocos milímetros de mi me dio un beso con su boca llena de mi semen. Compartimos así por unos minutos entrelazando nuestras lenguas y labios llenos de semen.
Después de un rato la sensación dulzona del semen se disipo…nos dejamos de besar y el silencio se rompió por una carcajada cómplice entre los dos. Esa fue la primera, única y última vez que nos vimos en el laboratorio de fotografía que transformó en el catalizador de una historia que se estaba desarrollando en las sombras, como una impresión revelándose lentamente en el cuarto oscuro.
Autor: Anónimo.
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